reseña de Chicha! por Cesar Enzo para Metrónomo
Visual. Palabra imprescindible dentro del vocabulario Retrovisor. Y es que introducirse en su universo es todo un video. Literal. La VJ Carmen Gil se encarga de moldear cuerpos, de desempolvar memorias, de engendrar videojuegos, de brindar atmósferas oculares que son un complemento de gran valía para el proyecto. Pero el video necesita su audio. Y la perfecta banda sonora para este paisaje la concibe desde su estudio y su guitarra Camilo Giraldo, profuso generador de punteos y melodías en las cuerdas y creador de un universo armónico entre lo orgánico y lo electrónico que ha logrado consolidar un estilo propio que llama a la sinergia entre el respeto por el pasado y el entusiasmo por el futuro.
Chicha! es una placa sonora más palpable y terrenal
En 2004 publicaron su primer disco Amazonas S.O.S. con un profundo sentido de lo ecológico, homenajes a la gaita y a Gaitán y un viaje electrónico bailable que desfilaba por estaciones muy eclécticas, sin abandonar la influencia musical colombiana. Regresaron en 2014 sin hacer mucho ruido, con una discreción serena, haciéndole más venia a los instrumentos que a las máquinas, en una placa que vuelve a recordarnos nuestro pasado tribal. Es el momento de tomar Chicha!.
Este álbum trae dos tipos de efervescencia. La primera tiene un sabor picante, bailable, caribe, cumbiambero y bañado en trópico, donde la riqueza cultural negra se plasma en las vibraciones más enérgicas del grupo. La segunda es orgánica, viajera, imaginaria y con el sabor de la mística, comandada por una guitarra de carácter y el apoyo vocal e instrumental de talentos nacionales como Juan David Castaño (La Revuelta), Victoria Sur, Juan Manuel Toro (Primero mi Tía) y Pocho Cruz, quien estuvo muy presente en la creación del Amazonas S.O.S. El primer sencillo para este 2014 es“Mengano el Ajedrecista”, una especie de cumbia gaitanista de punteo guitarrero que se remonta al discurso del caudillo liberal y nos recuerda que en este país abundan ‘Burócratas Plutocráticos y Garlanchas Oscurantistas’, donde la plata va por encima de los partidos y los políticos dejan de serlo para convertirse en los ‘Ajedrecistas del cálculo’.
El lado más amable viene con el sabor caribeño. El Rey del Mambo es homenajeado con la calurosa “Don Pérez” y su Lupita sampleada en uno de los aciertos bailables del álbum. Luego le cepilla el polvo al porro “La Puerca” de Luis Carlos Meyer y lo convierte en un mensaje animalista. Así mismo rescatan samples del maestro Lucho Bermúdez para hacerlo sentir en “Chicha!”, donde nos embriagamos de elegante cumbia y maíz danzarín, y en “Pepe” con la omnipresencia de la voz de Matilde Díaz en el juego de las mezclas y con una cadencia electrónica que rinde tributo a los grandes maestros del pasado con las herramientas del presente. Finalmente, el lado afro del disco se despide con una canción transicional que tiene la sangre caliente de los tambores con el toque de puerta a la espiritualidad en “Mantrarojo”, un mapalé de cueros vehementes y guitarras venerables que oscilan entre lo humano y lo divino.
Los últimos temas de Chicha! provienen de la memoria construida a partir de la experimentación y los ejercicios visuales que han logrado exhibir en el país mientras el grupo ha hecho su pausa discográfica. Los mappings en espacios públicos fueron una contribución paralela del dúo VJ/músico en su recorrido como artistas. De esa aventura recopilaron temas como “Lourdes 6×8” inspirado en la célebre iglesia de Chapinero y construida a partir de engranajes melódicos, sonidos de relojes y una continua dinámica de tiempo y espacio continuos; también se encuentra “Estación Memoria”, compases melancólicos que evocan las vías férreas de Pereira y la llegada del Bolívar Desnudo en tren junto a la voz etérea de Victoria Sur en un ejercicio casi cinematográfico, música para los ojos.
Y es que la música de Retrovisor debe ser vista. Y tal vez el acostumbrarnos a los juegos visuales e imaginarios de la VJ hace que escuchar el disco sin su compañía sea una experiencia inacabada. Son tan complementarias las funciones de los dos artistas que siempre la experiencia en vivo va a ser mejor que ante los parlantes del reproductor de música. Chicha! es una placa sonora más palpable y terrenal, se desprende un poco de los códigos digitales y nos permite tener más acceso a su música a través de sus contrabajos, percusiones y guitarras. Mantiene el ingrediente indigenista del amor a la tierra y el llamado de la naturaleza –sensación explícita en la canción “Manguaré”– y también conserva la vena gaitanista de la consigna por una sociedad más justa. Su antecesor fue más atrevido con la experimentación y contaba con ser el abanderado de su propuesta como novedad, lleno de exotismo y exuberancia verde. Con ese color menos acentuado, su reciente disco es la continuación de su camino tribal, que se quiere embriagar con la Chicha de su placer audiovisual. Placer que siempre será mejor en un directo de Retrovisor.
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